BUENOS PESCADORES

   

Por: Rodrigo J. Roca


El término de pescador se refiere a un hombre con habilidades para la pesca; la pesca no es otra cosa que atrapar peces. Así como los grandes pescadores son enseñados en el oficio, muchas veces este arte se transmite de generación en generación, pasando de maestro a alumno, guardando celo por esto. Los mejores pescadores poseen diferentes conocimientos para atraer a los peces. Es así como, a lo largo de los miles de años del transitar del hombre, este se ha especializado en conocer al tipo de pez (gustos, preferencias) para emplear un plan para atraparlo.

Así hay diferentes herramientas para pescar, según el tamaño del pez o el volumen de la pesca:
- Anzuelo: Diferentes medidas, tamaños, colores y hasta sabores
- Arpón: Usado para pescar grandes peces
- Red: Malla con la cual se pesca bancos de peces

De la misma manera, las carnadas, el cebo para que muerdan los peces, varías desde los gusanos hasta las bolitas de cristal o materiales fluorescentes.


Así mismo, durante nuestro caminar cristiano, nosotros nos convertimos poco a poco en pescadores, en la medida que vamos conociendo nuestro entorno, nuestro medio, las personas que habitan en el lugar, sus costumbres, gustos, disgustos, etc. Nosotros, como seguidores de Cristo estamos encomendados a predicar el Evangelio de Cristo por todas las Naciones, hasta su Segunda Venida (Mateo 28:19).

Y aunque podamos creer que no somos evangelistas, que no es ese nuestro ministerio, que no somos capaces de llevar Palabra de Dios a las personas que nos rodean, que no podemos pararnos a predicar el Evangelio de Cristo ante muchas personas, debemos dejar de lado todo esto, porque es un engaño de Satanás.
- Es una obligación el hablar y predicar el Evangelio de Cristo, más que un merito (1 Corintios 9:16-17)
- Somos autoridad en la Tierra puesta por Dios mismos, somos los llamados a anunciar y realizar la Obra que empezó Cristo y que Cristo terminará (1Pedro 2:9)
- Debemos entender que ya vencimos al mundo, no por nuestra fuerza ni valor, sino por la Sangre que Cristo derramó por nosotros y por nuestro nuevo nacimiento en Cristo Jesús (1 Juan 4:4)

La pesca milagrosa (Lucas 5:1-11)
Al analizar esta parábola, tenemos establecidos puntos claros:
- Aunque sepamos mucho de algo, seamos diestros en nuestro oficio, debemos obedecer a Dios para que las cosas nos salgan como esperamos
- Si intentamos hacer las cosas por nosotros mismos, no pasa nada
- Si confiamos en nuestro Dios, lanzaremos nuestras redes (La Palabra de Dios) y alcanzaremos a grandes cantidades de peces (personas) y nuestra red no se romperá
- Reconozcamos que sin ayuda de Cristo, no podemos hacer nada

NUNCA DEJEMOS DE PERSEVERAR, SIEMPRE LLEVEMOS LA PALABRA DE DIOS A TODAS LAS PERSONAS; DE ESTA MANERA, LA VENIDA DE CRISTO SERÁ MÁS PRONTA. SI NO DESMAYAMOS, LA VICTORIA ESTÁ EN NUESTRAS MANOS.
¡DIOS TE BENDIGA!